La potencia comunicativa de viejos carteles pegados en las paredes y su reivindicación cultural. Un texto de 2002

La fascinación por los impresos pegados en las paredes ya sean con noticias acaecidas o con anuncios comerciales conformaron de modo efímero fenómenos de opinión pública en el siglo XIX. (Escena publicada en "La Ilustración" Madrid 1854.

La fascinación por los impresos pegados en las paredes ya fueran con noticias acaecidas o con anuncios comerciales conformaron de modo efímero fenómenos de opinión pública en las urbes del siglo XIX.

(Escena publicada en «La Ilustración» Madrid 1854.

Existe una tradición perenne en el mundo del coleccionismo de guardar aquellos objetos impresos que un día tuvieron un valor utilitario temporal o cumplieron una función meramente estética y que su conservación nos remite a productos que son dificilmente clasificables en los grandes repositorios, ya sean vitolas de puros, carteles, recortables, cartelas de todos tipo, programas de mano y un largo etcetera que el mundo de la biblioteca clasifica como Ephemera, y que han pasado de ser curiosidades del pasado a potentes indicadores de los valores culturales de tiempos pretéritos. La Biblioteca Nacional de España tiene un colección de Ephemera muy importante con casi cien mil objetos impresos que puede consultarse por Internet, y fue en 2003 cuando organizó una extensa exposición, comisariada por Rosario Ramos Pérez, cuyo catálogo puede descargarse en pdf en el enlace marcado anteriormente. Un trabajo de referencia donde la autora muestra las extensas relaciones de los materiales ephemera con la vida cotidiana. De iniciales curiosidades y caprichos de coleccionistas estas tipologías de impresos han pasado a ser cada vez más valorados y sobre todo estudiados. En 2011 tuve la fortuna de formar parte de un tribunal de tesis doctoral en la Universidad de Castilla la Mancha donde Margarita Lozano Crespo nos mostró las complejas culturas configuradas en torno a objetos tan frágiles y tan etéreos como los recortables de muñecas para niñas y a comienzos 2015, hace tan solo unos pocos meses, ha aparecido en Sevilla una verdadera joya bibliográfica sobre las etiquetas de las cajas de cerillas de la que son autores el Doctor Enrique Murillo Capitán y María Luisa Murillo Sanromá. Una obra excelente para disfrutar de sus contenidos y para pensar y mucho sobre las potentes corrientes que las culturas populares han depositado en las imágenes que envolvían a las cajas de cerillas, un objeto cotidiano e imprescindible que como tantas cosas es ya historia del pasado.

Puntos de visto inéditos, composiciones basadas en juegos cromáticos y referencias al ocio son componentes calculados en unos carteles que se elaboran para un nuevo tipo de viajeros adscritos al mundo moderno que se ha conformado a lo largo del siglo XX. Cartel de 1953.

Puntos de visto inéditos, composiciones basadas en juegos cromáticos y referencias al ocio son componentes calculados en unos carteles que se elaboran para un nuevo tipo de viajeros adscritos al mundo moderno con valores del siglo XX.

Cartel de 1953.

En 2002 la Autoridad Portuaria de Gijón, que había puesto poco tiempo atrás  en marcha un proyecto cultural de exposiciones en la Antigua Rula de pescados en torno a la relación histórica y marítima del Puerto del Musel con la ciudad asturiana, organizó bajo la dirección de Juan Castanedo una exposición titulada «Gijón Trasatlántico», en la que se reconstruyó una camarote de lujo de los que hacía la ruta hacia América y se tomó como eje la singular colección de carteles publicitarios marítmos de Andrés Diego Diestro, un exquisito coleccionista de antiguedades que se había dedicado años a recopilar carteles de navieras, imágenes magníficas con las que se promocionaban las travesías pero que con la transformación del negocio de los viajes portuarios en viajes aéreos, la mayor parte de la cartelería desapareció de las estanterias de los concesionarios de viajes en barco. Solo el tesón de coleccionistas como Andrés Diego Diestro, que prestó sus materiales para la exposición, hacen posible que estos carteles y sus significaciones no desaparezcan de la memoria cultural. Andrés tenía la mejor colección especializada de carteles de navieras españolas y la puso al servicio de una exposición cuyo catálogo fue publicado por Lunwerg, restituyendo así, con una inmejorable calidad editorial, unas escenas publicitarias que permitían mostrar la atractiva evolución del género de la cartelería naviera desde el siglo XIX hasta bien avanzado el siglo XX.

Carro con anuncios que comenzó a desplazarse por las calles de Madrid en 1851 según una información publicada ese año en las páginas de "La Ilustración"

Carro con anuncios que comenzó a desplazarse por las calles de Madrid en 1851 según una información publicada ese año en las páginas de «La Ilustración»

Entre los estudios que se hicieron para el libro, a mi me invitaron a reflexionar sobre el significado comunicativo de los carteles pegados en las paredes de las ciudades y los recursos y estrategias expresivas que desplegaron para atraer la atención y competir en un mercado que tuvo momentos de mucho auge. Mi interés por el tema venía de las investigaciones realizadas sobre la cultura y la sociedad del siglo XIX, donde la densidad gráfica de las paredes aumentó por la aparición de nuevos tipos de publicidad visual y porque ese escaparate de lo cotidiano que fue el grabado, mostró el interés de las personas de los entornos urbanos por la propaganda y la publicidad en tiempos tan tempranos , ya que la publicidad en espacios públicos se entendía como un fenómeno del siglo XX. Ese fue el punto de partida del texto que coloco hoy en la bitácora y que me permitió ampliar mi interés a otros productos generadores de información y opinión, salidos de la imprenta y con intereses publicitarios en sus orígenes.

Ofezco aquí el preprint del texto en que seleccioné también las imágenes. Ambos, texto e ilustraciones, tuvieron una versión diferente en la maqueta del catálogo que aun hoy puede encontrarse. Las imágenes seleccionadas de los anuncios de viajes en barco, permiten entender la complejidad comunicativa que se puso en marcha desde los rudimentarios carteles a una tinta con un repetitivo grabado en madera de un barco y un poco de información a comienzos del siglo XIX  a los carteles litográficos multicolores del siglo XX que son en sí mismo excelentes obras de arte y ejemplos de diseño visual y estrategia de atención dentro de los modelos comunicativos de la época como el AIDA muy recurrente en las propuestas. Un texto que  se aleja un poco de los dedicados por mi a la Fotografía en su cruce con la cultura y la sociedad, pero que conecta de otro modo con mis intereses investigadores en torno al fenómeno de la opinión pública con imágenes y de la historia de la comunicación publicitaria y sus usos sociales, con algún ejemplo anterior ya subido a ésta bitácora.

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