La presentación de Sora, una herramienta de video en IA o la percepción de estar en un momento similar a la invención de la fotografía en 1839 o del cine en 1895

Es la primera vez que hago una continuidad de una entrada de mi bitácora, pero ayer, 16 de febrero de 2024, OpenAI, una empresa de Inteligencia Artificial ha presentado Sora, una herramienta que genera videos a partir de una instrucción escrita de los usuarios en el Prompt. Gracias al Deep Learning de estos sistemas será posible crear complejas secuencias de video, con una calidad y un detalle extraordinario. Como decía en mi entrada anterior, tenemos el privilegio generacional de estar asistiendo a la creación de un nuevo espacio social y cultural con las imágenes en el que también las intermediaciones ópticas de la cámara cinematográfica o de video, se han difuminado, y es solo el texto propuesto por el usuario y las redes generativas las que intermedian para crear realidades nuevas, que irán perfeccionandose, porque las redes GAN aprenden de sí mismas y de las precisiones que implementan quienes las utilizan. De momento Sora, presentado ayer, no está disponible para el público, solo para los «equipos rojos», grupos de testeadores que pondrán al límite los resultados de la tecnología para descubrir espacios de mejora. Lo mostrado ayer por OpenAI muestra unos resultados extraordinarios, y revelan unos aspectos que, de nuevo, como historiador de la cultura visual, me gustaría poner en relación. Nunca antes hemos tenido la posibilidad de usar una tecnología ni similar ni parecida de generación de imágenes en la extensa historia de nuestra cultura, pero al mismo tiempo, y eso es lo que me gustaría destacar en esta breve entrada, se revelan algunas necesidades de mejora, que llegarán en cuanto las redes generativas aprendan de sí mismas, pero como he insistido en otras entradas anteriores que he escrito sobre ésta temática, existen conexiones culturales con el pasado, seguramente muy desconocidas para la mayoría, que me gustaría explicar a continuación.

Entre los videos generados por Sora, con millones de descargas a un solo día de su presentación, destaca el de una joven paseando por una calle en Tokio con una fidelidad y coherencia sorprendentes. De momento el sistema genera videos de hasta un minuto de duración, el tiempo que duraban las primeras películas Lumière, lo que es una casualidad, porque las tecnologías de elaboración del cine Lumière y la IA no tienen nada que ver. En este caso la Compañía ha publicado en inglés el Prompt enviado al sistema, que ha entregado este resultado tan impresionante: «Una elegante mujer camina por una calle de Tokio llena de cálidos neones brillantes y animada señalización urbana. Lleva una chaqueta de cuero negra, un vestido largo rojo, botas negras y un bolso negro. Lleva gafas de sol y pintalabios rojo. Camina con seguridad y despreocupación. La calle está húmeda y es reflectante, lo que crea un efecto espejo de las luces de colores. Muchos peatones pasean”.

El video creado por Sora con el Prompt publicado escrito arriba, puede verse completo aquí

Al entusiasmo unánime por este logro tecnológico que, cuando esté disponible, muchos nos suscribiremos para poder experimentar con él, y que es posible que genere las escenas en Keyframe, típicas de los sistemas de renderización de video digital actual, pero donde lo relevante es la capacidad de las redes generativas de crear realidades visuales con sentido y una gran calidad sin la necesidad de que exista un intermediario óptico como ocurre y es necesario hasta estos momentos. Las nuevas posibilidades que se abren han sido aquilatadas por la compañía cuya información ha sido recogida por la prensa con un entusiasmo unánime. Ayer, por ejemplo, informando sobre la presentación de Sora, el diario español «El País», editado en Madrid, ponía en boca de los directivos de OpenA una cuestión que me interesa mucho explicar porque conecta con lo que es una constante en la aparición de nuevas formas tecnologicas que se convierten en prácticas culturales: «La propia firma de inteligencia artificial reconoce que Sora todavía tiene algunos fallos muy evidentes. -Se leía ayer en la información publicada en «El País»Puede que le cueste simular con precisión la física de una escena compleja y que no entienda casos concretos de causa y efecto. Pone como ejemplo que una persona puede dar un mordisco a una galleta, pero después la galleta puede no tener la marca del mordisco».

Lo más probable es que los videos generados por Sora estén creados con la tecnología de los Keyframes entre los que se insertan y almacenan los cambios en la animación. Se trata de una técnica generalizada en la elaboración de los videos digitales en la actualidad

Es cuestión de tiempo que todas estas deficiencias se superen por el propio desarrrollo natural de la tecnología, pero al leerlo ayer y quedarme fascinado por los resultados, me acordé de otro momento de nacimiento de una tecnología visual que fue decisiva para todo el siglo XX. Estamos en 1900, el cine europeo de proyeccion de los hermanos Lumière heredero de la tradición de las linternas mágicas, es ya una realidad desde 1895, mientras que el cine heredero de la cultura de inmersión óptica de los mundonuevos y las cajas ópticas, conocido como Kinetoscopio ha aparecido en los Estados Unidos de la mano de Edison en 1891. Ambos sistemas pugnan por encontrar su nicho de mercado, y en Europa, la proyección arrastra consigo a la tradicional cultura de la oralidad que acompaña desde hace siglos a las imágenes. Resuelto en el cinematógrafo al comienzo, con los explicadores, unos charlatanes que, junto a la pantalla, explican lo que quieren y como se les ocurre, para ayudar a ordenar el sentido visual a los espectadores. Pero falta el logro de sincronizar la imagen con el sonido, y justamente en la Exposición Universal de París de 1900, se hacen algunos experimentos, como el de ésta temprana película de Cyrano de Bergerac, coloreada a mano en la que los personajes hablan mientras se mueven en pantalla por la habilidad de los proyeccionistas que manejan, al mismo tiempo, la manivela del proyector y de un fonógrafo de Edison con las voces grabadas en un cilindro de cera para que todo transcurra a la vez. El resultado (visto con los ojos de un espectador de entonces), es fascinante y espectácular, pero existe un pequeño detalle que recuerda, de un modo similar a lo que ahora puede ocurrir todavía al principio con Sora, algo que en aquellos momentos no es culpa solo de la tecnología sino de la inexistencia todavía de una cultura audiovisual de los efectos sonoros especiales. Los personajes hablan, pero cuando sus espadas chocan en el duelo, no se refleja el sonido de las espadas, porque todo es tan nuevo que esa ausencia, que hoy sería inadmisible y poco realista, pasa totalmente inadvertida.

Cyrano de Bergerac, filme sonoro y coloreado presentado en la Exposición Universal de París en 1900. Los personajes hablan en pantalla pero el choque de las espadas no produce sonido. Puede verse aquí

Como historiador de las imágenes y sus culturas, siempre me han interesado los comienzos, su atracción y su capacidad de fascinar a quienes lo disfrutan por primera vez, pero también las carencias que reflejan, que luego se irán mejorando en una dirección que dará lugar a prácticas culturales que se consolidarán en el tiempo. Hubo que esperar casi tres décadas para que el cine sonoro fuera una verdadera realidad y dejase a las proyecciones «mudas» antiguas y obsoletas. Hoy de lo que estamos convencidos es que los cambios que va a producir la Inteligencia Artificial en la producción de imágenes en movimiento, con desarrollos como Sora, tardarán mucho menos tiempo en consolidarse y abrir nuevas pautas sociales y culturales, cuyas consecuencias no conocemos todavía pero que evidencian que ya ha comenzado una nueva etapa, como las que se vivieron con la Fotografía en 1839 y en el Cinematógrafo en 1891 y 1895. Estaremos atentos a todo lo inesperado que ahora comienza a ser posible.

Algunas reflexiones desde la Cultura Visual en torno a las «nuevas» imágenes generadas por Inteligencia Artificial. Con una aportación de 2023

En los últimos tiempos estamos constantemente interpelados por los medios de comunicación en torno a la fascinación y a las advertencias de los «peligros» de la Inteligencia Artificial. Se publican muchas opiniones, algunas ignorantes, otras claramente interesadas desde la propia industria digital que ha invertido desde hace tiempo muchos recursos económicos y de investigación en estas tecnologías y tiene una cierta prisa en socializarlas aunque se hable de ellas de modo apresurado o no del todo correcto. Nos encontramos ahora, de tanto en tanto, con visiones un tanto apocalípticas dentro de lo que, autores como Matt Ridley, ya nos advierten en su recomendable libro, «El optimista racional» sobre las predicciones futuristas ante cualquier nueva eventualidad a la que las generaciones se enfrentan en un momento determinado. Miedos y expectativas que encajan muy bien con la propia cultura adanista de la industria digital, que de modo constante tiende a ver sus nuevas propuestas tecnológicas como logros desconectados de las tradiciones anteriores. Algo que a mí me ha interesado mucho, y en ese sentido, he escrito reflexiones al respecto en bastantes de mis textos recientes. Porque, a pesar de las apariencias y de las ignorancias, hay una clara continuidad cultural entre los antecedentes, en el caso de la extensa tradición de creación de imágenes por los humanos con muy diversas técnicas y el nuevo momento que se abre con los generadores de las mismas con la denominada Inteligencia Artificial. En mi caso, estas navidades he estado frecuentando a muchos artistas digitales que trabajan con estas nuevas tecnologías y muestran su trabajo en plataformas como deviantart.com, y tuve la suerte de participar en 2022 en un ciclo de conferencias que organizó Joan Boadas, sobre Fotografía y Archivo en el KBr de Mapfre en Barcelona, donde creadores e intelectuales fotográficos tan relevantes como Joan Foncuberta nos mostraron algunas de sus últimos trabajos con las redes GAN que hacen posible unas imágenes que, cada vez, tienen un anclaje menor con los refererentes de la realidad que han sido la esencia de nuestra cultura visual desde tiempo inmemorial, ya sea en creación manual o quirográfica o gracias a la intermediación de dispositivos ópticos, como la fotografía o el cinematógrafo. Al mismo tiempo he estado experimentando en algunas de las plataformas de Inteligencia Artificial disponibles para crear imágenes con apariencia fotográfica, y desde mi perspectiva de historiador de las imágenes, y de antiguo fotógrafo informativo, me gustaría aportar algunas reflexiones e ideas, porque, como explicaré enseguida, tengo la sensación de que estamos un poco bajo el síndrome del limpiabotas del daguerrotipo del Boulevard del Temple en 1838, en el que aparecía en la escena la imposible silueta, para aquella tecnología fotoquímica, entonces emergente, de un hombre al que le estaban limpiando las botas. Enseguida me explicaré.

Un año antes de su presentación pública. Daguerre captó esta escena del Boulevard del Temple en París falsificando las condiciones tecnológicas del nuevo medio fotográfico. Colocando a una persona inmóvil que. al igual que los carruajes y el resto de los que paseaban en ese momento hubiera quedado borrada. Este daguerrotipo de 1838, reconstruido décadas después, ha sido expuesto recientemente en el MNCARS de Madrid en la exposición de Jorge Ribalta «Generalogías Documentales»

Mi relación y primeros conocimientos académicos en torno a la Inteligencia Artificial vienen de un curso que coordinó en la UIMP en Julio de 2021, Manuel González Bedia profesor de la Universidad de Zaragoza, en la que invitó a un selecto grupo de investigadores españoles, muchos de los cuales estan trabajando en relevantes centros internacionales en diferentes aspectos de la IA. Fue un curso excelente, de muy alto nivel, en un momento en el que estabamos saliendo de la pandemia. Todos los asistentes llevabamos mascarilla, y algunas de las intervenciones se hicieron por videoconferencia. Tengo un recuerdo tecnológico, un tanto paleofuturista de que, para hacer a los ponentes las preguntas nos acercábamos a la cámara de video de un portatil que había en el aula y allí, enmascarillados, planteabamos ante el objetivo las cuestiones. Yo le hice una muy concreta a Antonio Torralba, un ingeniero español que trabaja e investiga en el Massachusetts Institute of Technology con redes GAN y un potente sistema informático de IA, el IBM Watson, enseñando a los robots a trabajar con experiencias táctiles, visuales y sonoras, y al que pedí permiso para publicar en esta bitácora algunos de sus trabajos porque además de su alto nivel de ingenieria en este campo, me impresionó la conexión que tenía, lo que ahora hacen en el MIT, con los antecedentes que en su día, también como alta investigación, hizo en Francia Étienne Jules Marey sobre cronofotografía, que se ha presentado en ocasiones como mera fotografía científica o un antecedente del cinematógrafo, pero aquellas imágenes que estudiaban de modo inédito la descomposición del movimiento y analizaban la acción dinámica de los cuerpos humanos, la resistencia y su respuesta a los esfuerzos, fueron la base de los posteriores estudios sobre conductismo para aplicar eficiencias en el trabajo en las cadenas de montaje que se instalaron, y no solo para fabricar automóviles, en la segunda revolución industrial. Las investigaciones de Marey, de muy alto nivel científico en su momento, han sido, al mismo tiempo, el embrion tecnológico de lo que hoy es la posproducción digital y las figuras con puntos y líneas de referencia para la creación de las secuencias sustituyendo lo captado en movimiento, por otro tipo de avatares. De todo esto escribí en su momento en ésta bitácora y recuerdo el curso en su conjunto como un aprendizaje excelente que tuve sobre el alcance complejo de la Inteligencia Artificial en un momento que no había saltado, como ha ocurrido en los últimos tiempos, a la agenda de los medios de comunicación, donde se habla de ella constantemente a veces sin mucho conocimiento. Cuando escribí aquella entrada en la bitácora me hice algunas preguntas porque existían comportamientos de las redes GAN en las imágenes que creaba la IA que culturalmente no entendía y como texto a descargar de los publicados por mi, elegí uno que pertenecía a una sesión en la que intervine en 2013 en la Universidad Carlos III de Madrid en la que hablé de lo que, a falta de una mejor expresión que tengo que encontrar, denominé los «fenómenos de borde». Es decir, cuando ante una nueva tecnología de representación, como lo fue la perspectiva en la pintura renacentista, había artistas que la mezclaban junto a las construcciones visuales todavía medievales, porque aunque tecnicamente sabían hacerla, pero mentalmente aun no la entendían. Era una cuestión que me explicaba algo que ahora, de nuevo, aprecio con frecuencia en las imágenes que te entrega la Inteligencia Artificial cuando le pides por el «Prompt» una escena concreta, el sistema busca en las bases de datos que la alimentan y, al cabo de unos pocos segundos se visualiza algo que tiene referencia con lo que pedías, aunque los resultados tienen a veces muchas incoherencias. Lo que podríamos decir también, que lo que ocurre es que presentan errores semánticos en la construcción visual que ha elaborado.

Las escenas entregadas por la IA tienen en muchos casos un aparente hiperrealismo fotográfico pero contienen frecuentes errores semánticos. En este caso en las manos de la mujer y en los ojos, un fallo muy habitual en muchas escenas. (Creación del artista digital: www.braydenjaselle.com)

Como historiador de la cultura visual me fascinan mucho las escenas de apariencia fotográfica que general la IA. Tensionan mi comprensión de las imágenes que entrega esta tecnología, que ha eliminado todos los sistemas de intermediación que siempre han existido entre los humanos y las representaciones que hace. No son fruto de nuestra imaginación, porque en el resultado que entrega, nuestra unica intervención es el texto separado por comas, pero hay que precisar mucho a veces para que se aproxime a lo que por mera curiosidad nos interesa. Ya no hay pinceles ni técnicas gráficas manuales, ya no hay intermediaciones ópticas, solo palabras sugeridas contra una base de datos que almacena millones de escenas y que las remezcla para aproximarse a unos deseos que no proceden del pensamiento visual de quien lo solicita, por lo que, en ocasiones, te encuentras con realidades que tienen un fondo cultural sorprendente. Yo lo he experimentado en plataformas como la AI Art Generator que uso con frecuencia. Si le pides un «gato de angora con sus cachorros en un sofa» o «un perro conduciendo un automovil con gafas de sol» los resultados son impecables en su apariencia. Pero si luego al Prompt le escribes, por ejemplo, que deseas una escena de «presos masculinos trabajando en una sala»,que requieren de un armazón visual algo más complejo, sorprendentemente, lo que te entrega es una escena carcelaria… en la que todos los reclusos tienen la piel negra… lo que introduce un sesgo específico que nunca habías imaginado. Todavía, aunque es cuestión de tiempo que se solucione, fallan mucho en la representación de los ojos y en ocasiones te entrega escenas en las que las manos, sobre todo si están entrelazadas están mal resueltas. Pero es apabullante su supuesto hiperrealismo fotográfico. Contemplar a un centurión romano mirando por el visor de una cámara reflex te hace pensar en la necesidad que tendremos, a medida que mejore la tecnología, que lo hará a toda velocidad, en entender y comprender adecuadamente los contextos culturales e históricos de las imágenes que contemplamos. Porque, al igual que ya se dice de los textos escritos, las imágenes, por muy fotográficas que nos parezcan, y aunque las de la IA no lo son ciertamente, soportan todo tipo de realidades construidas sobre una base de hiperrrealismo fotográfico que forma parte de una cultura de la realidad que se instituyó desde la emergencia de la fotografía en el siglo XIX, pero que aunque nosotros seguimos anclados mental y sobre todo tecnológicamente en ella, algunos de los dispositivos que ahora ya usamos, como los teléfonos móviles, ya no responden a ese principio. Cuando ahora tomamos una escena fotográfica o videográfica con la cámara de un terminal móvil, no existe, en esos finisimos aparatos, el «tiro», o la profundidad suficiente para que se produzca la necesaria proyección de la cámara oscura que en el pasado hacía posible la escena impresionada en la placa o en la película fotosensible. Ahora es un software el que reconstruye ese realismo fotográfico, pero a buen seguro, si en unas décadas, otras generaciones futuras ya no tienen, como nosotros ahora, el anclaje mental fotográfico, y prefieren otro tipo de construcción visual, es tan sencillo como adaptar el software a esas nuevas preferencias culturales.

Una escena de una prisión masculina solicitada por el autor a la plataforma de IA aiartgenerator.cc el sesgo cultural de construirla exclusivamente con hombres de color sin haberlo solicitado es llamativo…

Es, en ese sentido, en el que estamos con las imágenes de la IA ante lo que pienso que es el sindrome del daguerrotipo del Boulevard del Temple, de 1838. Un año antes de la presentación pública en París de uno de los dos primeros sistemas fotográficos. Daguerre falseó las condiciones tecnológicas de su invención porque él sabía muy bien que con la cámara fotográfica, todavía no se podía captar el movimiento en las placas metálicas daguerrianas, porque los tiempos de exposición requerían aun de unos veinte minutos para que quedasen impresionadas, y por eso «congeló» a base de dejar inmovil , a una figura humana en la escena que apareció bastante nítida, algo que técnicamente era imposible, lo mismo que hoy ocurre, de otro modo, por supuesto, cuando la IA nos entrega una escena en la que aparecen aspectos que no son visual ni tecnologicamente coherentes. A pesar de lo que diga alguna prensa, los algoritmos y las bases de datos, aun están con la Inteligencia Artificial en una fase muy inicial, como lo estaba el daguerrotipo en 1838. Pero tanto aquella tecnología, que nosotros hemos conocido generación tras generación desde entonces, nos hemos embebido culturalmente en ella, y conocemos como Fotografía, abrió una relación con la realidad, inédita para la cultura hasta ese momento. Del mismo modo que eliminar ahora las intermediaciones técnicas para elaborar escenas visuales, que es lo que ya hace la IA, nos remite a un nuevo territorio del que no sabemos todavía mucho de cuales serán las consecuencias, aunque tenemos la ventaja de que la historia nos da muchas claves, que a pesar del adanismo, se pueden tener en cuenta. La imágenes fotográficas superaron a las hegemónicas durante siglos de la estampa, pero al mismo tiempo, necesitaron de la imprenta para difundirse masivamente, algo que ocurrió con el fotograbado desde la eclosión de la sociedad de las masas. La IA construye ahora las escenas con patrones visuales aparentemente fotográficos (y hace dibujos y otros efectos visuales también, no lo olvidemos). Pero tenemos la certeza de que un nuevo territorio y una nuevas formas culturales en la construcción visual y sus anclajes reales están apareciendo en estos momentos y eso es lo fascinante.

Una ficha elaborada en Diciembre de 2023 con uno de los artistas que trabaja con el «hiperrrealismo de apariencia fotográfica» de la Inteligencia Artificial que se puede descargar en PDF

Para no perder las buenas costumbres que tiene esta bitácora, ofrezco hoy una ficha que hice estas navidades de 2023, fascinado por algunas escenas de IA hiperrealistas, «fotográficamente» hablando, con sus errores semánticos, pero que para mí abren un camino de indagación que deseo recorrer en los tiempos venideros. Entre la palabra que nace del pensamiento y la imagen que elabora la Inteligencia Artificial existe todo un territorio que no está en la mente humana, pero si en la imaginación y en los imaginarios culturales, dos terminos que suenan similares pero, como bien sabemos, se refieren a dos realidades diferentes.

La IA y sus nuevas naturalezas visuales (Pulsar para descargar)

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Las nuevas prácticas culturales del espectador digital en el museo como «artefacto» patrimonial, un texto de 2021 y el transcurso de los días

Cuando contemplo las entradas de la bitácora me doy cuenta de que en cada uno de los temas sobre los que escribo, se «pliegan» otros acontecimientos que atañen al transcurso de los días. Reseño algunos de ellos aunque necesariamente me dejo otros. El más reciente ha sido, los días 19 y 20 de Mayo en la Universidad Carlos III de Madrid, el homenaje a la memoria y a la obra de Antonio Rodríguez de las Heras, de quien escribí una entrada con motivo de su fallecimiento en la primera ola del Covid19. Nos reunimos discipulos, amigos y alumnos, para honrar su memoria y toda su larga y fructifera tarea a lo largo de su vida. Estabamos allí gran parte de quienes tuvimos la fortuna de trabajar con él y de conocerle. Algunos que no pudieron estar presencialmente usaron la videoconferencia o dejaron grabados en video sus mensajes. Y aunque teníamos una cierto temor de que a todos nos venciera la tristeza, el acto, durante los dos días que transcurrió, fue todo lo contrario, una manifestación de orgullo por haber estado al lado de un imprescindible, de alguien que como él supo entender y transmitir de manera pionera el papel del mundo digital en nuestra cotidianeidad. Su hija Teresa, recordaba una maravillosa metáfora suya de la sutil interficie en la que transitamos entre lo virtual y lo real, que, en palabras de Antonio, era como la arena de la playa en la que tenemos los píes y poco a poco el agua los humedece. Ese transito entre dos formas de experiencia fue una de las muchas reflexiones del pionero de las Humanidades Digitales entre nosotros, el profesor, y sobre todo amigo, Antonio Rodríguez de las Heras.

Pilar Amador y Beatriz de las Heras en su intervención en el Homenaje a Antonio Rodríguez de las Heras en la sesión del 20 de Mayo de 2022 en la Universidad Carlos III de Madrid

Acabo de venir de la Universidad Autónoma de Barcelona de estar en un tribunal de tesis sobre la Agrupacion Fotográfica de Cataluña en sus años fundacionales (1923-1937), presentada por Victoria Bonet Carbonell. Se trata de un estupendo y documentado trabajo que nos dió muchas claves sobre el papel cultural de los aficionados a la fotografía en unos años en los que el medio se transformó y basculó entre prácticas esteticistas y en una nueva mirada a la realidad. A mi me iluminó una idea, que destaqué en el acto académico, y es que, de algun modo, los aficionados hicieron lo que hoy denominariamos el I+D (En aquellos años ese concepto no existía), con sus prácticas liberadas del corsé del trabajo comercial profesional. Victoria Bonet ha trabajado mucho para culminar su tesis y estoy convencido, como también los estuvieron mis compañeras de Tribunal, Nuria Rius y Marta Piñol, que esta tesis pone en valor a una asociación fotográfica que fue muy importante no solo en Cataluña sino a nivel internacional en unos años decisivos y que se había estudiado hasta la fecha de modo muy parcial.

Hoy es un día triste para todos los que amamos la Fotografía, porque ha fallecido Barbara Allende Gil de Biedma, más conocida por muchos por su nombre artistico de Ouka Leele, una gran fotógrafa que recogió la época trasnformadora que suspuso la denominada «movida madrileña». Barbara, a quien tuve el lujo de conocer, era una persona excelente, recuerdo algunos encuentros con ella en la que destacaba su elegancia personal y su gran humanidad. Es una gran perdida para todos nosotros su ausencia, aunque nos deja sus mágicas imágenes tan interesantes y sugerentes.

Para que todo no sean noticias tristes en este curso de los días que estoy escribiendo antes de pasar al texto que hoy presento: a finales de Marzo recibimos con mucha alegría la invitación de la Universidad Paris 8 donde tuvo lugar la ceremonia del nombramiento de Joan Foncuberta como Doctor Honoris Causa en un espacio académico donde pasaron autores de la categoría de Lyotard, Deleuze o Foucault. En la invitación se nombraba a Joan Foncuberta (del que tuve la suerte de ser jurado en 1998 en su premio Nacional de Fotografía), como una «Figura mayor de la Fotografía Europea». Es cierto que su obra ha trascendido la propia creación fotográfica para convertirse en un referente intelectual de la naturaleza de las imágenes y sus profundos cambios en la cultura actual. Su libro «La Furia de las Imágenes. Notas sobre las postfotografia», que, en 2011, fue el primer premio nacional de ensayo otorgada a una temática tan específica, una obra en la que destaca la lucidez y el peso intelectual de Joan Foncuberta en una larga y sólida trayectoria tanto en sus propuestas artísticas como en sus reflexiones que están en la primera linea mundial en un campo en el que no hay demasiados autores trabajando con la visión que Joan tiene sin ninguna duda. Por eso, su reconocimiento como Doctor en tan importante universidad europea es una alegre y excelente noticia no solo para él sino para todos los que estamos en este territorio tan esponjoso de las imágenes y de las ideas que sus realidades generan. ¡Enhorabuena amigo Joan Foncuberta por este tan merecido reconocimiento!

Una visitante en 2018 en el Museo Nacional de Oslo reproduciendo la tradición cultural del «Cuadro Viviente» ante el «El grito» de Edvard Munch (Fotografía: Bernardo Riego)

Y ya por último, me dedico a explicar el texto que hoy presento que es ante todo la excusa para hablar de una muy interesante revista científica «Santander, Estudios del Patrimonio» que a finales del pasado año publicó su numero 4 y en la que participé con un tema que me interesa mucho, y es la de estudiar las nuevas prácticas culturales que estan apareciendo con ese nuevo espectador digital que con sus dispositivos moviles, sus selfmedia, como los definió en su momento Patrice Flichy, está trasnformando los espacios del Museo, un «artefacto» que ha vivido varias etapas históricas que abordo en el texto y que ahora me permite estudiar y captar las impresiones y las imágenes de unos visitantes que en su mayoría ya no se dedican a contemplar las obras artísticas con la ritualidad del pasado, sino que se representan ante ellas para captarlas con sus propios dispositivos, en algunos casos, como ocurre frecuentemente ante la obra de Edvard Munch en el Museo Nacional de Oslo, resucitando, sin saberlo, las viejas prácticas de los «cuadros vivientes» o «tableaux vivants», que atravesaron tantos siglos de la cultura europea.

La revista «Estudios del Patrimonio» es muy ambiciosa en sus objetivos científicos y merece la pena de ser conocida y consultada, sobre todo por la variedad y extensión temática que aborda.

Portada de la Revista Científica «Santander Estudios del Patrimonio»

Mi texto (con las imágenes captadas en los museos de muchos lugares del mundo de modo bastante discreto) sobre los nuevos espectadores digitales forma parte de mi interés actual por una serie de de fenómenos que van desde la denominada «arqueología de los medios«, que me sirve para pensar en los cambios acaecidos en las prácticas sociales y culturales con el uso de las imágenes, pero también al mismo tiempo en una ineludible continuidad que ahora resulta dificil de ver en algunos ámbitos de la cultura digital pero que se puede reconocer poniendo la mirada larga de historiador y no la de cruce de la cotidianeidad. Otras cuestiones que he publicado en los últimos meses, van desde los imaginarios del turismo y la fotografía, (El Turismo en los nuevos imaginarios. Encuentro de Fotografía y Turismo de Castilla la Mancha), la primera socialización de la Fotografía Digital en España (Historias de la Fotografía del siglo XXI), y un texto en México sobre la Historia de la Noche (Historia de la Noche, imaginarios, representaciones y prácticas nocturnas en México, España y Portugal») en la que abordé el dificil encuentro con una tecnología que parece necesitar siempre de la luz como es la Fotografía.

Pulse sobre el texto para descargar el pdf publicado en «Santander, Estudios del Patrimonio»

En Julio de 2022, Maricel Losada organizó en el CIESE de Comillas un curso sobre Museos y sus problemáticas, donde intervine ampliando aspectos descritos en este texto. Incluyo aquí las pantallas del pdf que expliqué, pulsando sobre la última aparece, en relación a la tradición de los «cuadros vivientes», un breve fragmento de la pelicula de Segundo de Chomon en el que se muestra este recurso visual en: «Los héroes de Zaragoza» (1903)

La red visual de Sara Huete, o el reciclaje de significaciones de las imágenes fotográficas impresas. Un texto de 1997

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Sara Huete. Medidas extraordinarias. 2012

Una de las canciones que más me gusta es la que canta  el colombiano  Jorge Celedón, Qué bonita es esta vida. Una canción optimista y vital que me acompaña cuando necesito un poco de estímulo. Soy de los que creo que, aunque vivimos en una época terrible y a los informativos me remito, a pesar de las utopías recurrentes (la eléctrica a comienzos del siglo XX y ahora la utopía digital, ya hablaré de todo esto más adelante), obviamos que realmente estamos todavīa en una fase muy inicial desde el punto de vista de la cultura social en la que apenas hemos vivido diez mil años como especie. Si somos capaces de resolver con la Ciencia algunas de las encrucijadas actualmente planteadas, nuestro tiempo se verá, sin duda, en el futuro como una época todavía muy primitiva. Pero por si ésta bitácora sobrevive a ese futuro, (¡quien sabe!)  quiero escribir que una de las mejores cosas que tenemos los humanos hoy son los amigos, y si además son tan creativos y sugerentes como Sara Huete y su obra, entonces la canción de Jorge Celedón que tambien canta maravillosamente Amanda Martínez en un bar mexicano, tiene plena justificación  y atenúa un poco algunas de las penurias a las que asistimos en estos momentos.

Sara Huete no se siente artista fotográfica, pero utiliza las imágenes fotográficas impresas en viejas revistas para remezclar sus significaciones y darles nuevos sentidos interpretativos que aluden a cuestiones centrales de nuestro tiempo y de nuestra cultura. En un momento en el que muchos artistas están indagando con el nuevo taller iconográfico que proporciona el software digital, Sara Huete incorpora a las imágenes fotográficas, creadas e impresas en su día  con otra intencionalidad, pequeños objetos tridimensionales que dan al conjunto de su propuesta una nueva e inesperada lectura. Es un autentico placer ver sus trabajos que conjugan la imagen impresa con los objetos añadidos que reconvierten la significación y se completan con un breve texto escrito con una vieja máquina de escribir que, de la manera que tan bien explicó Roland Barthes en sus escritos, anclan el sentido expresivo de una obra que deja siempre al espectador un enorme territorio para sentir, imaginar y sobre todo intuir  reconstruyendo con la mirada los significados que pueden plantear los hermosos objetos tridimensionales que crea Sara que, aunque parezcan ingenuos, plantean muchas cuestiones profundas y nada inocentes o casuales.

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En  estos días se ha inagurado en la Torre de Don Borja de Santillana del Mar, una antología de su obra con el título Las Historias Recortadas. Tuve la fortuna de visitar la exposición antes de su apertura pública porque Sara, amiga de sus amigos, nos invitó a un pequeño grupo a que asistieramos a una primera apertura privada y contempláramos su trabajo reciente y lejano en las dos plantas donde se ha ubicado su extensa obra.  En la visita fue cuando se me ocurrió que tenía que recuperar el texto que en un lejano 1997 escribí sobre su obra  y de paso invitar  a quienes estén interesados y puedan acercarse a Cantabria (una experiencia que en sí misma merece la pena)  a  disfrutar ésta espléndida exposición. Para todos y especialmente para los que no puedan venir, en todo momento cuentan con la grata posibilidad de visitar su página web que constituye una experiencia completa y compleja de todo su trabajo artístico, incluyendo la nueva línea de experimentación que está transitando a través de sus piezas animadas de arte digital.

La certidumbre está en el azar (Pulsar para descargar)

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Posiciones intertemporales de la cultura posmoderna: de la veracidad fotográfica a la remezcla de significados históricos

By Albertina Museum @albertina_museum

Olivia Muus. By Albertina Museum @albertina-museum

Para un historiador de las imágenes que,  como es mi caso, se ha formado en un método historiográfico donde las fuentes tienen que ser sometidas a un sistema de crítica interna (el origen contrastado y confirmado del documento) y externa (la que intenta describir su pertinencia histórica y su contexto discursivo), las nuevas tendencias de la cultura posmoderna ponen en tensión todos los principios sobre los que se basa la explicación, el conocimiento y la referencia de las imágenes respecto a lo que representan y a la realidad de la que forman parte.  Ese relato que ha intentado ser coherente y bastante lineal tiene ahora otros perfiles en los nuevos historiadores de la Fotografía como Geoffrey Batchen, que entienden el discurso histórico como un microrrelato de los muchos posibles y no muy divergente de las narrativas literarias. Batchen, casi al final de su libro sobre los orígenes de la Fotografía «Arder en Deseos» (1997 en su edción original, 2004 en la edición española)  explica muy bien esa nueva brecha interpretativa que la posmodernidad representa frente a la historiografía clásica, un cambio esencial que como ha ocurrido en otros momentos culturales cambia el sentido de los conceptos y de las ideas:

«La historia fotográfica lleva siempre consigo el proceso de su propia desaparición. Un singular punto de origen, un significado definitivo, una narrativa lineal: todos estos objetos históricos tradicionales se desplazan de ahí en adelante de la procedencia de la fotografía. En su lugar, hemos descubierto algo mucho más provocativo: una forma de repensar la fotografía que coincide persuasivamente con la innegable complejidad conceptual, política e histórica del medio fotográfico» (Batchen, G. (2004) p.203).

Cada época cultural reinventa los significados y los valores de veracidad que representa la Fotografía, lo hicieron las prácticas fotográficas del siglo XX respecto a las del XIX, y en estas décadas con la llegada de la digitalidad, ha entrado ya en evidente crisis la propia objetividad positivista en la que se constituyó la tecnología fotográfica, una posición única que ya no puede sustentar la explicación de la realidad en unos momentos como los actuales en los que lo relativo se configura como el elemento esencial. La idea de objetividad, como la idea de progreso ya no son operativas en el mundo posmoderno y eso da lugar a nuevas posiciones y revelaciones que se enfrentan a las evidencias que constituían el discurso realista de las imágenes fotográficas. De nuevo, lo explica muy bien Geoffrey Batchen:

¿De qué modo es amenazada la realidad, o la fotografía en este caso? Quienes conocen la historia de la fotografía deben tener claro que un cambio en la tecnología de producción de imágenes no causará per se la desaparición de la fotografía y de la cultura basada en ella.  La fotografía no ha sido nunca una tecnología determinada, sus casi dos siglos de desarrollo han estado marcados por numerosos y contradictorios ejemplos de innovación y obsolescencia en lo tecnológico, sin que se planteara ninguna amenaza para la supervivencia del propio medio fotográfico. Incluso aunque sigamos identificando la fotografía con determinadas tecnologías  arcaicas, como la cámara y la película, esas mismas tecnologías encarnan la idea de la fotografía, o más exactamente, de una economía persistente de deseos y conceptos fotográficos. Los deseos inscritos en esta economía incluyen cosas  como la naturaleza, el conocimiento, la representación, el tiempo. el espacio, el sujeto observador y el objeto observado. Así pues, si intentamos una definición momentánea se diría que la fotografía es el deseo, consciente o inconsciente de organizar un conjunto particular de relaciones entre diversos objetos» (Batchen, G. (2004) pags.212,213).

En esa percepción de estar transitando un tiempo que está reconfigurando de nuevo la propia naturaleza del discurso visual de la Fotografía, me parece muy interesante el «Museo de los Selfies» que Olivia Muus está creando de un modo muy sugerente y no con las ya rutinarias habilidades del retoque digital sino con la remezcla de materiales en el escenario fotográfico, creando así unos diálogos intertemporales muy significativos de éste momento cultural que estamos transitando, una época de cultura de superficie, de canibalización del significado de los contenidos en los que la apariencia ha vencido por fin a la reflexión y a los significantes complejos. Ahora,  la complejidad reside en la interpretación que hace la mirada de la propuesta que se le presenta ante si.

Ofrezco, antes de continuar con mis textos, alguno de los diálogos intertemporales de Olivia Muus, y lo hago también como homenaje a mi buena amiga, la profesora Rebecca Mutell, que en su esplendido trabajo «Atrapando la luz», ha sabido construir una inteligente visión desde esas posiciones posmodernas que aunque nos tensan a historiadores de mi formación, no nos amenazan en modo alguno, sino que nos revelan la profunda vitalidad de la cultura fotográfica frente a los que con ligereza han anunciado su muerte antes de tiempo por la incertidumbre que ha creado la llegada de la digitalidad en el siglo XXI, como en su momento ocurrió con la llegada de la instantaneidad en el siglo XX superando la visión mecanicista de las imágenes que se había consolidado durante el siglo XIX.

 

Vislumbrando las consecuencias culturales del nuevo imaginario digital. Un texto de 2003

Las nuevas prácticas digitales y los imaginarios que conforman nuestras experiencias culturales pueden a pesar de su novedad,  analizarse desde sus implicaciones históricas. (Foto tomada por el autor en el MOMA ante el cuadro "Flag" de Jasper Johns. Abril 2014)

Las nuevas prácticas digitales y los imaginarios que conforman nuestras experiencias  culturales pueden,  a pesar de su aparente novedad, analizarse desde sus implicaciones históricas. (Foto tomada por el autor en el MOMA ante el cuadro «Flag» de Jasper Johns. Abril 2014)

Este texto es la versión escrita de una conferencia que impartí en la Fundación BBVA en 2003, en el marco de una jornadas sobre Arte Gráfico y Nuevas Tecnologías, a las que fuí invitado en un momento en el que era profesor de Estructura Audiovisual en la Universidad de Extremadura, donde pasé dos años estupendos de mi vida y tuve la fortuna de convivir con unas personas excepcionales como son los extremeños. Extremadura y su gente son unos grandes desconocidos para la mayoría de los españoles, en el norte donde yo vivo nos imaginamos aquella región como un lugar muy diferente a lo que realmente es: una tierra verde entre el paisaje castellano y el andaluz donde el alcornoque dibuja una fisonomía propia y muy singular, una región en la que llegues a donde llegues de aquel inmenso territorio, siempre te encuentras a  gusto por la enorme calidez que tienen las personas. Extremadura solo tiene, eso no se puede negar,  un pequeño inconveniente, y es que algo o alguien «les pone»  la temperatura muy alta en verano. «La calor» es una cortina impenetrable para alguien que, como me ocurre a mí,  se emociona cuando ve como los tejados se humedecen por la lluvia, pero a cambio allí se pueden disfrutar esas largas y diletantes veladas nocturnas al fresco donde se compensa el inmenso calor de la jornada.

El concepto de Pixel de las imágenes digitales está vinculado a la rejilla renacentista para dibujar imágenes matemáticas en perspectiva.   Fragmento del grabado: «Machine à Desiner» del libro de Jean Dubreuil «La Perspective Practique». Paris 1663.

Gracias a la conferencia a la que fuí invitado, tuve la oportunidad de explorar algo que en aquellos años estaba comenzando y hoy es ya una realidad con profundas implicaciones culturales, me refiero al imaginario digital, que había venido fraguándose desde que la informática comenzó a penetrar en los ámbitos de la fotografía y el cine. En 2003 todo ésto era muy atractivo pero no había alcanzado la espectacularidad que ahora, el «cine de atracciones» de Hollywood ha logrado. Era ya un momento en el que las imágenes digitales comenzaban a usarse con más frecuencia y estaban cambiando las propias concepciones culturales sobre las propias imágenes de base fotoquímica que conocíamos y usábamos. Era un momento muy atractivo para reflexionar sobre unos cambios que ya eran evidentes y que en los años siguientes se aceleraron hasta convertir la fotografía química en arqueología y las construcciones mentales dejaron de ser eléctricas -como explico en el texto- para comenzar a ser binarias.

Aunque con anterioridad ya había escrito algo sobre el imaginario digital y volvería de nuevo con la cuestión en otro texto posterior a ésta fecha, el momento de la conferencia, el año 2003,  era muy interesante y  me proporcionó la oportunidad de hacer una cierta prospectiva de lo que iba a ocurrir con la nueva naturaleza de las imágenes que estaba surgiendo y a la vez pude hacer una perspectiva de lo que habían sido los usos de la informática en su encuentro con las imágenes y de las que yo fui, sin pretenderlo demasiado, uno de los pioneros impartiendo cursos de fotografía digital en 1993 en el Aula de Fotografía de la Universidad de Cantabria, cuando grabar un cederom era una aventura que podía naufragar si alguien movía sin darse cuenta el puntero del ratón mientras el láser quemaba el disco, o cuando guardar fotografías -nos parecían muchas, entonces-, en un disco de 20 megas o en un disco extraíble ZIP de 100 Megabytes  era, verdaderamente, manejar alta tecnología en imágenes digitales, algo que cuesta entender ahora cuando en nuestros bolsillos llevamos pendrives de 128 gigabytes y ya aparecen en el horizonte dispositivos de éste tipo de 1 terabyte que en poco tiempo serán cotidianos para todos nosotros.

En el Symposium que organizó la Fundación BBVA tuve la oportunidad de coincidir una vez más con Daniel Canogar, un excelente amigo y unos de los artistas que mejor han sabido incorporar las cuestiones de la digitalidad a la creación contemporánea. Invité hace ya muchos años a Daniel Canogar a un curso monográfico a la Universidad de Cantabria y desde entonces estoy fascinado con la claridad de sus ideas y la vitalidad e inteligencia de su trabajo. Daniel es, sin ninguna duda, uno de nuestros mejores artistas internacionales en estos momentos tan interesantes y cambiantes que estamos viviendo.

Esa mezcla de experiencia tecnológica vivida, discursos futuristas y escepticismos tecnológicos, constituyen la esencia de éste texto que, como muchos de los que he escrito, insiste sobre todo en la continuidad cultural de lo que parece a simple vista como nuevo y sin antecedentes. En las placas de linterna mágica se ocultaban ya los gifs en movimiento digitales de nuestro tiempo, como en los píxeles de las imágenes digitales está presente el concepto de rejilla que hizo posible, desde la invención de la perspectiva  pictórica en el siglo XV,  la ilusión de la realidad en las representaciones visuales. Todo un bucle temporal que tiene su propia lógica y razón de ser aunque en ocasiones cueste reconocerlo.

La socialización de un nuevo imaginario  (Pulsar para descargar)

Las Fichas Didácticas, una faceta complementaria a los textos. 15 ejemplos para ver o descargar

Posiciones imaginarias

Una de las fichas didácticas en las que se explica con tres grabados las «posiciones imaginarias e ideológicas» en las que se coloca al lector de la información por parte de autor de la imagen informativa.

Los textos escritos son una de las vías principales que utilizo para difundir conocimientos sobre las imágenes, su historia, sus significaciones y su relación con las culturas contemporáneas, pero no es la única. En muchas ocasiones recurro a la elaboración de fichas didácticas de estructura infográfica, que me permiten explicar procesos más o menos complejos interaccionando imágenes y texto. Se trata de una técnica que utilizo cada vez con más frecuencia por dos simples motivos; en primer lugar porque los alumnos actuales son cada vez más visuales y, en ese caso, el reto es proporcionarles materiales complejos haciendo un esfuerzo en el sentido de hacer que parezcan contenidos atractivos y muy evidentes a pesar de su densidad. La segunda razón es que los programas para elaborar este tipo de contenidos han ido evolucionando y permiten cada vez mejores diseños. Ahora mismo estoy experimentando en poner en mis fichas didácticas en Acrobat, videos cortos además de las imágenes estáticas, tengo que confesar que he conseguido resultados muy interesantes pero aún es muy frustrante como se comportan los videos incrustados en Acrobat en diferentes ordenadores, pues en unas máquinas se abren los videos sin problema y en otros no hay manera de que lo hagan. Es cuestión de que vaya evolucionado el producto, sin ninguna duda. Ahora en algunos casos recurro a poner el enlace de youtube para que se abra desde la ficha didáctica pero lo eficiente es que el video se vea en la propia ficha en formato pdf. Cuando lo hace sin problemas el resultado es espectacular.

Tengo una página en Pinterest en el que a día de hoy ofrezco gratuitamente más de  500 fichas didácticas, tanto individuales como de conferencias que he impartido, casi todas relacionadas con los textos que estoy incorporando a ésta bitácora. Me gusta mucho Pinterest, porque es caótico, cómo lo es nuestro tiempo, tiene aportaciones visuales increíblemente buenas, junto a otras cosas infumables. Creo que Pinterest es un buen exponente de lo que hoy en día constituye la cultura digital: inabordable, sorprendente, creativa, repetitiva, densa o superficial, pero siempre sugerente y estimulante. Descubrí Pinterest gracias a Miguel Ángel Pesquera, además de un buen amigo, es una de las mentes más verdaderamente innovadoras que conozco, alguien que ha entendido como pocos la profundidad del cambio que ha traído la cultura digital a nuestra realidad. Miguel Ángel siempre es muy estimulante, porque está permanentemente a la búsqueda de nuevos recursos digitales y de nuevos autores interesantes que es necesario conocer, es un explorador nato de la nueva economía y de la nueva sociedad digital que está emergiendo. Como de costumbre, Miguel Ángel  traía la aplicación de Pinterest en su Ipad último modelo, y esa misma tarde, tras descubrirla gracias a él,  me registré y comencé a subir mis fichas que se mezclan con una infinidad de otras propuestas en el inconmesurable espacio digital de la Visible Web.  Ahí están para compartirlas con quienes estén interesados.

Ofrezco aquí 15 fichas variadas las muchas que tengo en mi espacio en Pinterest, se trata de temas en los que he trabajado y he elaborado alguna ficha didáctica, todas tienen su versión en pdf que, quien esté interesado, me la puede pedir y se la remito por correo electrónico para no recargar ésta entrada con tantos enlaces. La intención de mostrar este tipo de trabajos, además de darlos a conocer es animar a otros a que intenten narrar con estos recursos digitales que responden a nuestro tiempo en el que el conocimiento puede difundirse de muchos modos, además de por los textos escritos y estructurados que hemos usado tradicionalmente.

Para ver o descargar

Culturas Impresas Principios Fundacionales primera imagen de actualidad  Medios 3 medios 2 medios 1 Imagenes manipuladas imágenes caracteristicas Grabados de Mediotono  Documento Gráfico concepciones sobre las imagenes Cine de AtraccionesSeries de Televisiónfototipia a fotograbado

Publicidad Vintage: anuncios imposibles para un tiempo posmoderno

vintage-google

Un «contrafactual» del buscador Google perteneciente a una época pre-digital en el que la consultas se solicitarían  por correo postal y tardarían en responderse treinta días

Después de unas cuantas entradas con textos densos sobre Historia de las Imágenes, propongo ahora un poco de descanso y para ello ofrezco una serie de imágenes de una de las penúltimas (siempre hay una nueva) propuestas que circulan por la red. Se trata de anuncios publicitarios de productos actuales «trasladados» a otras épocas de la comunicación publicitaria. El efecto visual es curioso, a primera vista atractivo,  pero sobre todo refuerza la convicción de que vivimos en un tiempo de apariencia e impresiones rápidas sin reflexión, una época de culturas de superficie y del simulacro, como muy bien la han definido autores como Jean Braudillard o  Umberto Eco  entre otros, cuando evidencian que en la posmodernidad la apariencia importa más que la propia realidad.

Estos y otros muchos anuncios, bajo la categoría de Vintage Publicidad  se alojan en un portal que contiene infinitas cantidades de imágenes digitales de todo tipo. Nos encontramos con un cruce de iconografías y tecnologías con mensajes publicitarios que en algunos casos hubieran sido imposibles, no solo por los productos que muestran, sino también porque era impensable visualizarlos así en aquel momento por razones culturales y del propio desarrollo de la comunicación social.

Tal vez como complemento y lectura para éste verano que pronto comenzará, sugiero la lectura de la novela de Philip K. Dick «La penúltima verdad» publicada en 1964 y en la que una de los trabajadores que vive en una ciudad subterránea como consecuencia de la inacabable tercera guerra mundial, comienza a sospechar de que algo no es verdad porque ve en la televisión en un documental a Hitler descendiendo de un avión Boeing 727. Los anacronismos siempre son inquietantes…

PARA VER O DESCARGAR

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