El CIESE de la Fundación Comillas ha puesto en marcha para el próximo curso un innovador máster en Industrias Culturales Digitales para la formación de profesionales que, procedentes del campo del español, de las Humanidades y de las Ciencias Sociales quieran formarse en el ámbito de la digitalización en un sector en crecimiento y en el que se necesitan expertos de estas características. Se trata de un oferta que es a la vez título propio de la Universidad de Cantabria (Del que el CIESE, aunque autónomo en su oferta formativa, es uno de sus centros adscritos), y que responde a una demanda creciente estimulada por la Unión Europea, de profesionales con experiencia digital en el amplio sector de las industrias culturales que, en su extensa cadena de creación, producción, distribución, y difusión, necesita contar con expertos preparados para los nuevos retos que está planteando la digitalización en todos los ámbitos económicos y sociales en estos momentos, algo que se incrementará en los años venideros.

Me gustaría contar en esta bitácora algo de la génesis de este proyecto que ahora culmina con la decidida apuesta del CIESE por una oferta formativa adaptada a las evidentes necesidades de la Industria Cultural. El Máster, que comenzará el curso 2023, tendrá una duración de 9 meses, será presencial y tendrá partes semipresenciales, y contará para su impartición con reconocidos especialistas nacionales e internacionales, tendrá sus prácticas en empresas y sobre todo responderá por fin a una necesidad detectada en unos ámbitos en los que la formación de nuevos expertos procedentes de los campos humanísticos es absolutamente necesaria.
Corría el año 2006 y eran unos momentos en los que la Unión Europea estaba embarcada en diversas iniciativas para conseguir que la industria y la cultura europea se implicaran en las necesidades de la formación digital que ya se habían definido con firmeza desde la denominada Agenda de Lisboa de 2010, como un objetivo prioritario para el desarrollo futuro de la Unión. Mientras que los Estados Unidos habían apostado por las infraestructuras de ancho de banda, las conocidas como «infopistas», la UE tenía claro que el reto era formar a sus ciudadanos e implementar en el tejido social y productivo las nuevas formas de acceso y uso de la información derivadas de las tecnologías digitales y a eso estaba dedicando ya ingentes recursos europeos. Eran unos años que se estaban configurando los planes de digitalización de fondos documentales en toda Europa, y que se hacía evidente que había que dar respuestas en las diferentes regiones de la Unión a iniciativas que irían construyendo futuro en todos los sentidos. En aquellos años, quien esto escribe, dirigía un proyecto europeo, muy bien dotado económicamente, titulado, «Ciudades Digitales de Cantabria» que estaba trabajando en la implementación de esas tecnologías en diversos ámbitos. Entre las muchas cuestiones que tratamos y nos relacionamos con otras entidades europeas e iberoamericanas hubo una que nos llamó mucho la atención, y era la oferta de una importante empresa de telecomunicaciones española para crear unos centros especializados de innovación en diferentes regiones. Cuando tratamos la posibilidad de implantar algo de esto en Cantabria, que trabajase y diese servicio al clúster en crecimiento de industrias digitales locales que se estaban expandiendo en la región, nos dimos cuenta enseguida que era una gran oportunidad de generar un empleo de calidad en ámbitos en los que los especialistas que se dedicaban e estas cuestiones en aquel momento, eran sobre todo ingenieros, informáticos y de otros campos pero que faltaban los que trabajaban y se habían formado en la cultura y eran, en esencia, los creadores de contenidos.
En nuestro caso, fue María Calleja, que era en aquel momento la directora del Observatorio de la Sociedad de la Información en Cantabria, quien exploró las iniciativas que ya se habían puesto en marcha en otros lugares europeos, especialmente visitó los Medialabs pioneros que estaban en Escocia y Escandinavia, con sus historias de éxito y decidimos que era la oportunidad de comenzar a poner en marcha entre nosotros un Centro de estas características que se alineara con las apuestas europeas. No se trataba de crearlo de la nada sino de construirlo desde el conocimiento y la suma de experiencias . Nos quedaba un largo camino, pero dimos los primeros pasos, y el primero de todo fue hacer un diagnóstico posible que se plasmó en el estudio: «Industria Cultural Digital en Cantabria. Diagnóstico y Perspectivas» que se complementó con un panel de expertos procedentes de varias universidades españolas y especialistas de la industria que nos ayudaron en la definición de un proyecto sin antecedentes entre nosotros, que había que diseñarse muy bien. A finales de 2005, Inma Valencia, representante en Bruselas del Gobierno de Cantabria, y uno de los lujos que tenemos desde hace mucho tiempo entre nosotros, por su enorme eficacia y su gran conocimiento de los entresijos de la Union, preparó con María Calleja una reunión en Luxemburgo, en la que participamos los tres, con la sección que se encargaba de estos nuevos proyectos en Europa. Aparecimos enseguida referenciados en la guía europea en la que se detallaron las iniciativas culturales digitales que entonces estaban arrancando y eran muy novedosas en aquellos momentos. Un año después, en 2006, en los Cursos de Patrimonio Histórico de la Universidad de Cantabria en Reinosa hicimos un curso con diversas aportaciones de aquel panel de expertos, que se publicó y hoy, como curiosidad y memoria del trabajo previo realizado y cumpliendo uno de los requisitos de esta bitácora de ofrecer textos para descargar, ofrezco dos de los trabajos que se discutieron en unos momentos en los que hubo una gran oportunidad de crear un Centro nuevo y avanzado que se alinease con otras iniciativas que estaban surgiendo en otras regiones europeas en torno a la digitalización y el apoyo a las industrias culturales que no tenían la presión actual porque los productos seguían siendo todavía mayoritariamente tradicionales, pero ya se vislumbraba el enorme cambio que se avecinaba.

En mi caso dejé mis actividades públicas ya avanzado el 2007 y retorné a la Universidad, vino la crisis de 2008 y la expansión económica de los años anteriores se contrajo. Las redes internacionales que de modo incipiente habíamos creado no fueron seguidas por los nuevos gestores públicos que llegaron. Se trata de una costumbre conocida y muy sorprendente de la política española, que tiende a tirar al cesto de los papeles lo recursos e iniciativas anteriores hayan costado lo que hayan costado a los contribuyentes. Las estructuras creadas como la Empresa Pública Emcanta dedicada a desarrollar la Gobernanza Digital donde se ubicaba el proyecto, fueron desmanteladas sin proporcionar a la ciudadanía nuevas alternativas, y un buen principio de quienes se han dedicado a la gestión pública es focalizar el esfuerzo en otras cosas y no vivir de los proyectos emprendidos en el pasado. Sentirse innovador tiene sus reglas y una de ellas es aprovechar las oportunidades cuando surgen, pero nunca alimentarse de lo que no termino de salir por las incertidumbres que se plantean en la gestión pública española que hay quien opina que siempre tiene algo de supervivencia darwinista cuando quieres abrir nuevos caminos y te encuentras, si o si, con las permanentes resistencias de los que no quieren nunca abandonar su «zona de confort» perjudique a quien perjudique.
Por eso, me parece un acierto que el CIESE-Fundación Comillas tome ahora la iniciativa de crear una oferta formativa en algo que, en 2005 era tan solo una expectativa, pero que ahora es una realidad ineludible. Tras lo peor de la pandemia, la digitalización se ha convertido en lo que será uno de los motores de la industria y el mercado en los próximos años. Nada surge sin que tenga un pasado. Existe una larga tradición en el caso europeo en este campo, y una decidida apuesta por el futuro (ya presente, realmente) en clave digital, y con la oportunidad de formar a las nuevas promociones de expertos en industrias culturales, estamos ante una oportunidad de ir teniendo especialistas en un mercado en expansión que ya ha hecho un camino irreversible en el desarrollo de las tecnologías de la información y de las comunicaciones de base digital, una transformación que ha venido para quedarse.
Dos textos del Panel de Expertos publicados en 2006 en los Cursos de Reinosa de la Universidad de Cantabria
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